En general, los montes, al no haber sufrido profundas
transformaciones para el uso agrícola, aparecen cubiertos en mayor o menor
grado de arboles, matorrales o formaciones herbáceas, que sirven de hábitat a
distintas poblaciones de la fauna silvestre y constituyen, por tanto,
ecosistemas forestales, con diferentes estados de conservación, según la acción
antropógena a que han estado sometidos para obtener diversos productos o
servicios.
Todos los montes sustentan recursos naturales, como
los bosques, los pastos o los animales silvestres, cuyo aprovechamiento ha
permitido al hombre la obtención de maderas y leñas, corcho, frutos, así como
el mantenimiento del ganado domestico, la práctica de la caza, etc.
Pero junto a estos beneficios directos, existen otros
que se que pueden considerar indirectos:
·
La protección y
conservación del suelo
·
La regulación del
régimen hídrico
·
La conservación
de ecosistemas y la protección de la fauna y flora.
Para ello la base de la actuaciones de tipo forestal
debe de estar en conseguir que la utilización racional de los recursos
naturales permita su persistencia manteniendo la capacidad de renovación de los
mismos, aceptando por tanto, que la conservación no supone, forzosamente, un
cese de actividades sobre el medio natural y que la producción no tiene porque
llevar el agotamiento de los recursos.
Para conseguir la integración entre conservación y
producción en la utilización racional de los recursos naturales, se hace
preciso analizar y gestionar tales recursos.
La gestión consiste en analizar el estado actual de
los ecosistemas, y en función de los objetivos previstos, determinar los
estados de la sucesión hacia los que debe evolucionar por la intervención
humana.
El tipo de gestión que se aplique a cada ecosistema
forestal dependerá de las finalidades asignadas a cada monte en la
planificación y ordenación territorial, esta planifica en tiempo y en
el espacio el conjunto de actuaciones necesarias para aprovechar los recursos
de los montes, respetando sus exigencias ecológicas sin renunciar a
consideraciones sociales, económicas, comerciales o financieras.
La ordenación forestal, que comprende la planificación
de los recursos vegetales, hídricos, cinegéticos, piscícolas, ganaderos y
especies del resto de la fauna terrestre y acuícola, deben realizarse bajo el
principio de uso múltiple del monte.
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